
El director Jiří Strach expresó su preocupación por la situación de la libertad de expresión en una entrevista con DVTV, estableciendo paralelismos con los años cincuenta. Señaló que hoy en día cualquiera puede expresar tonterías en los medios de comunicación sin temer consecuencias graves, a diferencia de aquella época en la que la gente podía acabar en minas de uranio por sus opiniones. Los sentimientos de Strach reflejan un miedo más amplio a la libertad de expresión en la sociedad contemporánea.
Andrej Babiš, a pesar de su dominio en el mercado de los medios de comunicación, se presenta como víctima de acoso debido a preocupaciones sobre la libertad de expresión. Jindřich Rajchl, que analiza este tema durante las manifestaciones, se queja de la censura cuando asisten menos personas, aunque puede que sea simplemente una cuestión de desinterés público más que de una verdadera censura.
A Radim Fiala, del SPD, también le preocupa expresarse libremente y utiliza su plataforma para criticar la percepción de censura. Sin embargo, su capacidad para hablar libremente en televisión sugiere lo contrario.
El autor lamenta que quienes promueven tales ideas a menudo carezcan de conciencia histórica y sugiere que deberían aprender sobre las consecuencias de la libertad de expresión limitada en regímenes totalitarios o visitar países como Rusia para obtener una perspectiva de primera mano.
El pasaje concluye señalando que algunas personas, en busca de atención, afirman erróneamente ser víctimas de censura o restricción cuando sus circunstancias reales no justifican tales afirmaciones, resaltando las complejidades de los tiempos contemporáneos.