La relación entre Polonia y Ucrania, conocida por su fuerte apoyo, especialmente durante la crisis de los refugiados, está experimentando un cambio. Las encuestas de opinión revelan una disminución de la voluntad de ayudar a los refugiados de guerra, principalmente entre las mujeres jóvenes y menos educadas. Este cambio de sentimiento se atribuye a las próximas elecciones parlamentarias en las que el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) busca defender su posición, enfrentándose potencialmente a la competencia de la Confederación de extrema derecha.
Un estudio de la Universidad de Varsovia subraya este declive, citando preocupaciones de que los refugiados ucranianos, principalmente mujeres debido a que la mayoría huye de la agresión rusa, pueden estar tomando trabajos y afectando el mercado matrimonial. Esta percepción, alimentada por Internet y las redes sociales, ha llevado a una mayor aprensión, con cierta sensación de que los refugiados ucranianos representan una amenaza.
El partido PiS es consciente de este cambio en el sentimiento público y del potencial de los votantes para volverse hacia la Confederación más radical. En consecuencia, PiS ha adoptado recientemente una postura más crítica hacia Ucrania, enfatizando que la ayuda tiene límites y los destinatarios deben corresponder, potencialmente abordando agravios históricos como la masacre de Volyn durante la Segunda Guerra Mundial. Además, han surgido tensiones por la importación de cereales ucranianos al mercado polaco, lo que ha provocado descontento entre los agricultores polacos, un grupo clave para el PiS.
Si bien el PiS aún no ha explotado abiertamente el sentimiento anti-refugiado ucraniano, la naturaleza intensa de las campañas electorales puede llevarlos a aprovechar este problema, especialmente cuando apuntan a la victoria en el próximo ciclo electoral.