Beatriz Flamini ha salido de la cueva de Motril en la que había estado viviendo desde el 21 de noviembre de 2021, aunque no de forma ininterrumpida como había previsto. La madrileña de 49 años, que pretendía permanecer en la cueva en solitario y sin contacto con el exterior, abandonó temporalmente la experiencia después de 300 días debido a problemas de ruido en su cerebro causados por el router que utilizaba para comunicarse. Pasó seis días en la superficie y luego decidió continuar con el experimento. Flamini ha salido de la cueva tras 509 días y ha dicho que se sentía cómoda dentro de ella y que nunca había pensado en abandonar.

Su experiencia será documentada por una productora que ha estado involucrada en el proyecto desde el principio. Flamini, quien se describe a sí misma como una alpinista y escaladora, ha sido evaluada por un psicólogo y un médico después de salir de la cueva.

El objetivo de Flamini, quien se define a sí misma como “alpinista, deportista de élite y escaladora”, era permanecer en una cueva sola, en aislamiento, sin referencias de tiempo, sin noticias y sin contacto con el exterior. La mujer, que ha calificado este desafío personal de “excelente e insuperable”, ha sido asistida nada más salir por una psicóloga y se ha sometido a un chequeo médico antes de comparecer ante la prensa a las once de la mañana.