El artículo explora la importancia cultural del grupo Brutus en una tranquila ciudad checa. La banda, que ha entretenido a la ciudad durante más de cincuenta años, es un ícono local y una fuente de entretenimiento más allá de la música. A pesar de ser relativamente desconocido en los medios, Brutus ocupa un lugar especial en el corazón de los lugareños y es considerado un secreto a voces para los conocedores.

El autor asiste a un concierto de Brutus en las afueras de la ciudad y se siente un extraño entre los lugareños que se conocen entre sí. El ambiente está cargado de anticipación ya que la banda está a punto de empezar a tocar. Antes de que comience la música, hay un pequeño altercado entre los asistentes, lo que resalta la naturaleza unida de la comunidad.

El teclista y director artístico del grupo, Sáša Pleska, finalmente comienza la actuación, y el artículo insinúa la perdurable popularidad y la importancia de la banda en la cultura de la ciudad.