
El Papa Francisco condena enérgicamente la violencia de género, describiéndola como un problema social venenoso arraigado en prejuicios culturales de prejuicio e injusticia. Destaca que las mujeres a menudo son marginadas, consideradas inferiores u cosificadas, lo que lleva a una falta de reconocimiento de su dignidad.
«¡Cuántas mujeres están abrumadas por el peso y el drama de la violencia! Cuántas son maltratadas, abusadas, esclavizadas, víctimas de la prepotencia de quienes piensan que pueden disponer de su cuerpo y de su vida, obligadas a rendirse a la codicia de los hombres», exclamó.
El Papa critica a los medios de comunicación por promover el consumismo y el hedonismo, perpetuando mensajes ambiguos en la lucha contra la violencia machista. Pide una reforma de las relaciones justas y respetuosas, instando a la acción inmediata en todos los niveles para dar voz y apoyar a las mujeres que enfrentan abuso, explotación, marginación y presión indebida.