Hamás, el grupo islamista palestino que controla la Franja de Gaza, ha acusado a Israel de no suministrar agua potable a Gaza durante diez días consecutivos, a pesar del reciente anuncio de Israel de una reanudación parcial del suministro.

La falta de agua potable es una preocupación importante, ya que está obligando a los habitantes de Gaza a consumir agua contaminada, lo que podría provocar una crisis de salud y poner en peligro las vidas de los residentes de la Franja. Esta crisis del agua se ha visto agravada por la escasez de combustible para las plantas desalinizadoras que suministran agua mediante camiones, ya que el agua del grifo de la región no es apta para el consumo debido a su alta salinidad.

La situación ha provocado una evacuación masiva de aproximadamente 600.000 personas, y la mitad de la población del norte se ha trasladado a ciudades del sur como Khan Younis y Rafah. Estas zonas están mal equipadas para hacer frente a una emergencia humanitaria de este tipo.

Las tensiones han ido en aumento en Cisjordania desde que Hamás inició un ataque terrestre, marítimo y aéreo desde Gaza el 7 de octubre, que provocó un número significativo de víctimas, incluidas muertes de civiles. En respuesta, Israel lanzó un contraataque que provocó una violencia constante en la Franja de Gaza, con numerosas víctimas entre los palestinos.