El vitíligo es una condición caracterizada por hipomelanosis autoinmune adquirida, influenciada por factores genéticos y desencadenada por elementos ambientales.
Los expertos médicos afirman que los signos típicos de esta afección son máculas hipocrómicas o acrómicas de carácter progresivo, lo que hace que el diagnóstico sea relativamente sencillo.
El vitíligo afecta principalmente las áreas visibles del cuerpo, causando un impacto emocional significativo. Por lo tanto, la terapia psicológica juega un papel crucial en el manejo de los pacientes con esta condición.
El tratamiento para el vitíligo tiene como objetivo detener la progresión de la enfermedad, promover la repigmentación y prevenir las recaídas. Esto se puede lograr mediante el uso de esteroides tópicos o sistémicos, fototerapia o una combinación de estos enfoques. El objetivo final es mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Según una investigación realizada por Dallana Fernández Paniagua y Joselyn Valdés Esquivel en la Revista Médica Sinergia, el vitíligo se clasifica clínicamente en dos grupos principales: VS (vitíligo segmentario) y VNS (vitíligo no segmentario). El VNS incluye varios subtipos, como el vitíligo acrofacial, generalizado, universal, así como el vitíligo mucoso y mixto, que se han reconocido recientemente.
El vitíligo segmentario representa del 5 al 15 % de los casos de vitíligo y comúnmente afecta a los niños. Por lo general, se manifiesta como parches despigmentados unilaterales que siguen un patrón de distribución lineal o en bloques, principalmente en la cara. El inicio de este tipo de vitíligo es repentino y progresa rápidamente durante días o semanas, estabilizándose en 1-2 años. Por lo general, no se disemina a otras áreas del cuerpo y se puede subclasificar como monosegmentario, bisegmentario o plurisegmentario.
El vitíligo no segmentario, también conocido como vitíligo común, es la forma más frecuente de la afección. Se presenta como máculas acrómicas o hipocrómicas, a menudo bilaterales y simétricas, con preferencia por áreas acrales, periorificiales y extensoras. Los subtipos de vitíligo no segmentario incluyen vitíligo acrofacial (limitado a la cara, la cabeza, los pies y las manos), vitíligo generalizado (que afecta a menos del 80 % de la superficie corporal con una distribución bilateral), vitíligo universal (la forma más extensa que afecta a más del 80% de la superficie corporal y puede incluir leucotriquia), vitíligo mixto (que inicialmente se presenta como vitíligo segmentario y luego se generaliza) y vitíligo mucoso (que aparece como lesiones aisladas en la mucosa oral o genital).
También hay vitíligo inclasificable y variantes raras, que son menos comunes. Los ejemplos incluyen vitíligo punctata (máculas puntiformes despigmentadas que afectan cualquier parte del cuerpo), vitíligo menor (defecto de pigmentación parcial que afecta a personas de piel oscura), vitíligo folicular (despigmentación del vello corporal asociada con máculas hipopigmentadas) y vitíligo focal (pequeña lesión hipopigmentada solitaria sin patrón segmentario que permanece estable durante al menos 2 años).
Los objetivos del tratamiento para el vitíligo incluyen detener la progresión de la enfermedad, repigmentación de lesiones y prevención de recaídas. La terapia psicológica se recomienda para todos los pacientes con vitíligo debido al impacto significativo que la condición tiene en su calidad de vida. Los enfoques de tratamiento se pueden dividir en aquellos que se enfocan en la progresión de la enfermedad y aquellos que se enfocan en la repigmentación, y se pueden iniciar simultáneamente.
Fernández y Valdés destacan que el vitíligo tiene un profundo impacto psicológico y emocional en los pacientes, aunque pueda parecer solo una preocupación estética superficial. Una extensa investigación ha demostrado que los efectos del vitíligo son multifacéticos y se extienden más allá de las manifestaciones a nivel de la piel.
Según el estudio, las personas con vitíligo a menudo experimentan una autopercepción negativa y falta de confianza, lo que tiene efectos perjudiciales en sus relaciones personales y profesionales. Alrededor del 25% de los pacientes cree que el vitíligo ha tenido un impacto en sus relaciones sexuales.
Los pacientes comúnmente expresan un fuerte deseo de que cese la progresión de la enfermedad, acompañado de emociones como vergüenza, inseguridad, tristeza y autocontrol.
La ansiedad y la depresión prevalecen entre las personas con vitíligo, y algunas experimentan ideas suicidas persistentes y, en casos extremos, se suicidan. Los niños con vitíligo pueden enfrentar desafíos como baja autoestima, estigmatización social, sentimientos de vergüenza, evitación de la intimidad, ansiedad, depresión, trastornos de adaptación, miedo, pensamientos suicidas y otras complicaciones de salud mental.