Este martes 1 de agosto celebramos el Día Mundial de la Alegría, un evento anual establecido en 2010 para enfatizar el significado de esta emoción en la vida y el bienestar general de las personas.

Según la Real Academia Española (RAE), la alegría se describe como un “sentimiento placentero y vivo que suele expresarse a través de signos externos”. Sin embargo, además de sus manifestaciones externas, la alegría también tiene varias manifestaciones internas dentro del cuerpo humano, que son cruciales para experimentar la felicidad genuina.

La química de la felicidad involucra cuatro hormonas clave bien conocidas que influyen activamente en nuestro estado de ánimo: dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas. Recientemente, se ha agregado a esta lista otra sustancia llamada anandamida. Estas hormonas tienen un impacto profundamente positivo en nuestros cuerpos, mejorando la autoestima, reduciendo el estrés, sirviendo como refuerzos del comportamiento y promoviendo el bienestar emocional.

Para aprovechar los beneficios de estas hormonas, es esencial estimular su liberación en el torrente sanguíneo. Esto se puede lograr a través del cultivo y mantenimiento de hábitos saludables. La actividad física regular se erige como uno de los pilares fundamentales para experimentar la alegría, ya que la evidencia científica sugiere que el ejercicio conduce a la liberación de hormonas que inducen la felicidad. Además, otros hábitos recomendados por las doctoras Verónica Bramajo y María Mercedes López de la clínica médica de DIM CENTROS DE SALUD son mantener una alimentación sana y diversa, estar cerca de los seres queridos y priorizar actividades que nos brinden placer y tranquilidad.

Para aumentar aún más la alegría, proporcionan las siguientes ideas:

Conócete a ti mismo: comprender lo que nos brinda felicidad nos permite participar en actividades que brindan placer. Al evaluar las experiencias alegres recientes, podemos repetirlas en nuestras vidas.

Cultiva la positividad: Superar los sentimientos negativos y fomentar el optimismo puede romper el ciclo del mal humor. Centrarse en los aspectos positivos de la vida contribuye a una existencia más feliz.

Desarrollar la autoestima: abrazar el amor propio y permitirnos reír y encontrar el humor, incluso en situaciones menos alegres, puede conducir a una mayor felicidad. La autoestima positiva nos permite aceptar las críticas de manera constructiva y promueve el crecimiento personal.

Practicar la Asertividad: Defender nuestros derechos y gestionar eficazmente los conflictos son fundamentales para una vida feliz, ya que inevitablemente surgirán desafíos.

Empatía y búsqueda de ayuda: Celebrar la alegría de los demás y ser empáticos con ellos enriquece nuestra propia felicidad. Si te cuesta encontrar la alegría, buscar ayuda de profesionales es una opción válida.

Además, la Dra. Laura Maffei, endocrinóloga y especialista en estrés, destacó la importancia del «Cuarteto de la Felicidad», refiriéndose a la serotonina, la dopamina, la oxitocina y las endorfinas. Estos neurotransmisores juegan un papel crucial en la generación de sentimientos de felicidad y bienestar. Cada hormona se produce en diferentes partes del cuerpo y afecta al cerebro de formas específicas. Su influencia positiva en el bienestar emocional ha atraído una gran atención en los últimos años.

Según el Dr. Alejandro Andersson, neurólogo y director médico del Instituto de Neurología de Buenos Aires (INBA), existe una quinta hormona de la felicidad llamada anandamida. La anandamida es un neurotransmisor de la familia de los endocannabinoides que desempeña un papel en la regulación del estado de ánimo, la memoria, el apetito y el bienestar general. Se cree que contribuye a los sentimientos de felicidad, relajación y euforia, y el cuerpo lo produce de forma natural, uniéndose a los mismos receptores que los compuestos activos que se encuentran en el cannabis.

Para aumentar naturalmente los niveles de anandamida, se ha demostrado que los ejercicios aeróbicos como correr o ejercicios cardiovasculares son efectivos. El ejercicio aeróbico no solo aumenta las endorfinas, sino que también eleva los niveles de anandamida, lo que lleva a un estado de placer.

Además de la anandamida, el «cuarteto» clásico de hormonas de la felicidad incluye dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas, cada una de las cuales desempeña funciones únicas en nuestro bienestar emocional y físico:

Dopamina: relacionada con la motivación y el sistema de recompensas, la dopamina nos hace competitivos, nos alerta ante el peligro y nos ayuda a lograr objetivos. Se libera cuando encontramos recompensas inesperadas y regula el ritmo cardíaco, la presión arterial, la atención, el sueño y la actividad motora.

Oxitocina: Conocida como «la hormona del amor», la oxitocina facilita el vínculo con los demás, fomentando sentimientos de afecto y empatía. Tiene varios efectos positivos, como reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, promover la curación, reducir la tensión muscular y aumentar la tolerancia al dolor. Estar cerca de los seres queridos aumenta los niveles de oxitocina y fomenta la confianza, lo que conduce a la disposición a asumir más riesgos en la relación.

Serotonina: Responsable del equilibrio emocional, la serotonina también regula la temperatura corporal y el apetito. La producción de esta hormona de la felicidad requiere la presencia de una sustancia llamada triptófano, que se puede obtener de alimentos como la pasta, el arroz o los cereales. El ejercicio regular y las técnicas de relajación también pueden promover la producción de serotonina.

Endorfinas: se considera que tienen una acción más potente que un analgésico, las endorfinas son pequeñas proteínas con una estructura química similar a la morfina pero que se producen de forma natural. Se liberan en áreas del cerebro asociadas con el dolor y, a menudo, se experimentan durante el ejercicio, la excitación, la expectativa o el consumo de chocolate picante o puro. Los altos niveles de endorfinas pueden inhibir el dolor y mejorar los vínculos sociales, mientras que su deficiencia puede conducir a estados de depresión o desequilibrio emocional.