En la Operación Doscovery 2.0, el Ministerio Público ha demostrado con éxito la gravedad de los cargos contra 25 acusados de fraude transnacional y delitos cibernéticos. Esto motivó el otorgamiento de las medidas coercitivas solicitadas por el juez de la Corte Permanente de Santiago, quien también reconoció la complejidad del proceso judicial. Ante la solidez de la investigación, el juez José Rafael D’Asís ordenó 12 meses de prisión preventiva para varios imputados, entre ellos Juan Rafael Parra Arias, Ramón Esterling Polanco Leclerc y Juan Armando Vásquez Ramírez.

Arlin Josefina Rosa Rosario recibió arresto domiciliario por motivos de salud, acompañado de garantía económica, restricciones de viaje y presentación de informes programados. A otros acusados se les impusieron medidas similares, incluidas garantías económicas, prohibiciones de viajar y presentación de informes periódicos. En particular, se concedió al fiscal un plazo de ocho meses para presentar pruebas concluyentes, reconociendo las complejidades del proceso de procesamiento.

Warlyn Alberto Tavárez, fiscal, destacó la solidez de la investigación y la admisión de cargos por parte de algunos imputados, solidificando el caso. La fiscalía enfatizó la utilización por parte de los acusados de tácticas engañosas para cometer fraude económico. Esta red criminal, responsable de diversos delitos electrónicos como fraude y robo de identidad, fue desmantelada luego de una extensa investigación que involucró al Ministerio Público, el Departamento de Policía de Nueva York y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) de Estados Unidos.

Más allá de las importantes pérdidas financieras infligidas a las víctimas, particularmente a personas vulnerables en Estados Unidos, estos crímenes también mancharon la reputación de la República Dominicana, impactando el turismo y las relaciones diplomáticas. En particular, un acusado fue deportado a Estados Unidos para enfrentar cargos allí. La Fiscalía se centró en los ciberdelincuentes que operaban «centros de llamadas» encubiertos, lo que dio lugar a redadas y la incautación de pruebas cruciales.

La Operación Descubrimiento 2.0 estuvo conformada por un equipo multidisciplinario, que incluyó fiscales, agentes de la Policía Nacional y peritos especializados, trabajando en conjunto con la Dirección General de Persecución del Ministerio Público.